jueves, 4 de junio de 2015

20 DE JUNIO - BELGRANO MANUEL

La actualidad de su pensamiento Felipe Pigna. HISTORIADOR

La historia otra ha condenado a Manuel Belgrano a no ser.
Belgrano no tiene día en el calendario oficial. El día de su muerte es
el Día de la Bandera. Y ya sabemos de la importancia que el símbolo
patrio adquiere entre nosotros más allá de los festejos deportivos y las
declamaciones patrioteras de ocasión. No nos han enseñado con ejemplos
 a querer a nuestra Bandera, ha sido violada y usurpada por los gobiernos
 genocidas que han hecho abuso de su uso. Hay que recuperarla para nosotros,
y ésa es una tarea imprescindible pero larga. Mientras tanto, Belgrano sigue sin
ser recordado como se merece. El desprendimiento, el desinterés y la
abnegación son virtudes que nuestras "familias patricias" dicen admirar en los
 demás pero que no forman parte de su menú de opciones. Ellas, por su parte,
morirán mucho más ricas de lo que nacieron porque el resto de los argentinos
morirá mucho más pobre. Leyes de las matemáticas, de la suma y de la resta.
Claro que omiten decir que Belgrano nació rico y que invirtió todo su capital
económico y humano en la Revolución. No dicen que Belgrano no se resignó
a morir pobre y reclamó hasta los últimos días de su vida lo que le correspondía:
sus sueldos atrasados, y que se aplicaran a los fines establecidos los 40.000 pesos
oro que había donado para la construcción de escuelas y que le fueron robados
por los perpetradores de la administración pública. Manuel Belgrano fue mucho
más que el creador de la Bandera. Estamos hablando de uno de los intelectuales
 más lúcidos de su tiempo que pudo escribir párrafos como los que siguen y
que mantienen una dolorosa actualidad. Escribía en "La Gaceta" el 1º de
setiembre de 1813: "Se han elevado entre los hombres dos clases muy distintas;
la una dispone de los frutos de la tierra, la otra es llamada solamente a ayudar por
 su trabajo la reproducción anual de estos frutos y riquezas o a desplegar su
industria para ofrecer a los propietarios comodidades y objetos de lujo en cambio
 de lo que les sobra. El imperio de la propiedad es el que reduce a la mayor parte
de los hombres a lo más estrechamente necesario." En sus "Escritos económicos"
hay notables párrafos dedicados a la educación: "Los niños miran con fastidio las
escuelas, es verdad, pero es porque en ellas no se varía jamás su ocupación;
 no se trata de otra cosa que de enseñarles a leer y escribir, pero con un tesón
de seis o siete horas al día, que hacen a los niños detestable la memoria de la
escuela, que a no ser alimentados por la esperanza del domingo, se les haría mucho
 más aborrecible este funesto teatro de la opresión de su espíritu inquieto y
siempre amigo de la verdad. ¡Triste y lamentable estado el de nuestra pasada
 y presente educación!" En cuanto a la distribución de la tierra escribía:
"Es de necesidad poner los medios para que puedan entrar al orden de
 sociedad los que ahora casi se avergüenzan de presentarse a sus
conciudadanos por su desnudez y miseria, y esto lo hemos de conseguir
 si se les dan propiedades que se podría obligar a la venta de los terrenos,
que no se cultivan."

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